Luna quiere ser abogada, aunque haya dejado la carrera a medias y su vida se base en trabajar en una cafetería. Se deja llevar por un único placer; el que le dan esos ojos azules con nada más que un cruce de miradas. Dispuesta a persuadirle, ni siquiera es consciente de dónde llega a meterse realmente.
Dylan odia todo lo que le rodea. Su trabajo, la gente que trabaja para él, a su padre en ocasiones, su negocio con otra gente, la cual también odia... Detesta todo, menos a ella; a ese cabello de color fuego, el mismo que se aviva en su interior cuando pasa cerca. Le deja entrar en su vida, aun siendo consciente de las consecuencias que eso conlleva.
Todo por un deseo incontrolable.
Algo que no será lo único que compartan.